La Revolución romántica

El Romanticismo es un movimiento cultural originado en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo XVIII como reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos.

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Caspar David Friedrich, El viajero contemplando un mar de nubes,  1817-1818.

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El poeta alemán Novalis (1772-1801)

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Caspar David Friedrich, La Luna saliendo a la orilla del mar, 1822

La característica fundamental del romanticismo es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, de ahí su rasgo revolucionario incuestionable. Debido a que el Romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo, que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla (incluso dentro de una misma nación), distintas tendencias se manifiestan proyectándose a su vez en todas las artes.

 

Origen de la palabra

Si bien la relación etimológica entre romántico y el término francés roman (novela) es clara, no toda la crítica piensa de modo unánime. En todo caso parece que la primera aparición documentada del término se debe al escritor escocés James Boswell a mediados del siglo XVIII y aparece en forma adjetiva, esto es, romantic o romántico. En su libro de viaje de 1768, An Account of Corsica, el término aparece cuatro veces: para calificar la vista de la ciudad de Corti desde el monasterio de los Franciscanos, para describir un agreste valle en el que se asentó la orden de la Iglesia griega de San Basilio, al nombrar el sonido de un instrumento de cuerda parecido a la cítara y en la mención al retiro de Jean-Jacques Rousseau en el lago de Biena. Este término hace referencia a lo inefable, aquello que no se puede expresar con palabras. Así, en un principio, se entendería que un sentimiento romántico es aquel que requiere de un roman para ser expresado. El texto de Boswell se tradujo a varias lenguas, llegando a alcanzar especial fuerza en alemán, con la difusión de romantisch, en oposición a klassisch (clásico).

Otro origen del término muy señalado es el que relaciona «romántico» con la expresión in lingua romana que alude a las lenguas romances distinguiéndolas de la antigüedad clásica representada por el latín. Se trataría por tanto de un giro hacia la lengua propia y vernácula como representante de la propia cultura. Igualmente surge con este término una oposición entre «romántico» y «clásico» en función de la lengua que prefirieran y, por añadidura, asociada también al gusto creador de unos y otros.

 

Los temas característicos

Querer abarcar todos los campos artísticos y culturales para determinar temas comunes es una empresa arriesgada. Sin embargo, en el caso del romanticismo, se suele mencionar:

La negación del ideal racionalista de la Ilustración y del Clasicismo: los autores románticos rechazan la razón preconizada por los intelectuales del siglo XVIII. Según ellos, la razón no es capaz de revelar y explicar el mundo en su totalidad y su complejidad. La era romántica cumple así un progreso notable dentro de la exploración del campo de lo irracional: se otorga especial atención a los sentimientos, la locura, el ensueño, las visiones poéticas o místicas.

El exotismo: en su acepción más genérica, el exotismo romántico es una huida hacia fuera de la realidad, tanto espacial como temporal. Así se despierta un interés particular por países y culturas alejadas (como, por ejemplo, la de los Indios americanos) o por períodos históricos remotos, muchas veces idealizados (Edad Media, Antigüedad griega).

Subjetivismo e individualismo: con el abandono de la razón clásica, todo lo que concierne al hombre o a la naturaleza deja de depender de un punto de vista único y universal. Se defiende la idea de que cada hombre refleja en si mismo los movimientos de la naturaleza representando una manifestación objetiva de ésta.

Reconocimientos de los pueblos y de la naciones: junto con la valorización del individuo surge, a nivel colectivo, la idea de nacionalismo. Esta idea contribuye al desarrollo de las conciencias « nacionales » y suscita, entre los científicos, un gran interés para las formas de expresión populares (cuentos, tradiciones), interpretados desde una perspectiva folclorista. El origen de la naciones despierta también un gran interés. De ahí la gran pasión por la Edad Media, despreciada por el Renacimiento y la Ilustración y, desde entonces, considerada como la época mítica que asistió al nacimiento de los pueblos de la Europa moderna. Las obras medievales se convierten en fuentes de inspiración para los poetas románticos. En cierta manera, las epopeyas de Homero son también fuente de inspiración por ser consideradas más originales que las obras latinas, a causa de la tradición oral y folclórica apegada al pueblo griego.

Vuelta a la religiosidad y a la espiritualidad: sobrepasando los límites de la razón, el alma romántica se orienta hacia el infinito en su totalidad y busca, consecuentemente, un apoyo en la fe. Se observa también una vuelta a prácticas mágicas y ocultas (que constituyen, a veces accidentalmente, importantes descubrimientos científicos).

El desarrollo de las ciencias históricas: mientras durante el siglo de la Ilustración se consideraba al hombre racional digno de trascender su contexto histórico, la era romántica reafirma una visión del hombre en devenir, sometido a la evolución del tiempo. Nuevas disciplinas científicas nacen como la numismática, la epigrafía, la arqueología, la filología. Cabe mencionar a dos teóricos importantes del enfoque más científico y objetivo de la historia: los alemanes Barthold Georg Niebuhr (1776-1831) y Theodor Mommsen (1817-1903).

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John Martin, El gran día de Su ira, 1853.

Los puntos cardinales de la sensibilidad romántica

Dado que a la sensibilidad romántica es animada esencialmente por un deseo y una búsqueda del infinito, se puede circunscribir su campo a cuatro puntos cardenales.

El absoluto y el titanismo: El infinito inmanente a la realidad (de hecho confundido con la naturaleza) produce en el hombre una aspiración constante, y desgarradora, hacia lo inmenso y lo ilimitado. Esta sed de absoluto genera un comportamiento, representado en el mito antiguo de los Titanes, que persevera en su voluntad de liberarse de las cárceles de Zeus, conscientes, a la vez, de ser condenados para toda la eternidad.

Lo sublime: según los románticos, el infinito genera en el hombre un sentimiento de terror y de impotencia llamado « sublime ». Ese sentimiento no es forzosamente percibido como violento y negativo, muy al contrario, puede provocar un placer confuso, en el cual lo horrible, lo espantoso y lo incontrolable puede revelar cierta belleza: la tormenta, contemplada desde un refugio seguro, es un buen ejemplo.

La Sehnsucht: palabra alemana intraducible, Sehnsucht puede significar tanto el « deseo del deseo » como una enfermedad del deseo. Puede también significar una aspiración hacia una patria imaginaria. La Sehnsucht es la consecuencia directa de la confrontación del hombre con lo absoluto; es un sentimiento que deprime al sujeto y le incita a superar los límites de la realidad común, opresiva y sofocante, para refugiarse en el espacio del sueño o en una dimensión más allá del espacio-tiempo.

La ironía: la conciencia de la finitud de las cosas naturales o producidas por el hombre genera la ironía. La ironía, a la cual Sócrates ya recurría para desestabilizar a sus  interlocutores, constituye entre los románticos una forma particular de humor, conduciendo a veces al absurdo.

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Eugène Delacroix,  La libertad guiando al pueblo, 1830.

1848, la primavera de los pueblos

El carácter apasionado y revolucionario del alma romántica se expresa también, lo mencionamos someramente, en el campo político. Este romanticismo político cristalizó en cierto modo en torno al año 1848. En esa época, revueltas y revoluciones estallan en varios países europeos: Alemania, Francia, Italia, Bohemia, Hungría… Un viento de utopía atraviesa el continente, viento simbolizado por el cuadro La Libertad guiando al pueblo del francés Eugène Delacroix o incluso por el grabado de Frédéric Sorrieu La República universal democrática y social (el Pacto) : « se encuentra en ese grabado una procesión de patriotas de varios países, identificables por sus banderas y sus trajes tradicionales, sexos, edades y clases confundidas, todos reunidos por una cinta y bendecidos por un Cristo de fraternidad. Mientras la decadencia de las monarquías es simbolizada por un suelo cubierto de atributos reales, el árbol de la libertad y la estatua de la República indica la pregnancia del modelo de la revolución francesa en el corazón de la utopías de 1848, donde el universalismo se concibe en un marco exclusivamente europeo » (Etienne François y Thomas Serrier). Esa misma contradicción se encuentra en el Manifiesto del Partido comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, redactado en la misma época: « los entornos prácticos del socialismo utópico expresado en ese texto corresponden a los estrechos límites de la Europa occidental “moderna”».

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Lord Byron vestido con una indumentaria típica albanesa, por Thomas Phillips, National Portrait Gallery, Londres

Presencia del romanticismo literario en la naciones europeas

Alemania: el primer romanticismo, llamado Frühromantik, nace en Iena. El círculo literario de Iena es muy cosmopolita. Se compone de personalidades tales como Novalis, Ludwig Tieck, Friedrich Schlegel, quienes se encomiendan al pensamiento del filósofo Johann Gottlieb Fichte. Ellos elaboraron la doctrina romántica y el romanticismo político. Después de 1804, el romanticismo alemán toma una nueva orientación, se trata de la Hochromantik de la escuela de Heidelberg con autores tales como Clemens Brentano, Joseph von Eichendorff, Achim von Arnim y los hermanos Grimm, Jacob y Wilhelm. El último período, la Spätromantik, se extiende entre 1815 y 1848.

Austria: El romanticismo alemán fue acogido en Austria con recelo y no tuvo gran repercusión. El movimiento austríaco contemporáneo de ese período se llama en realidad « Biedermeier » (1815-1848). Este término, originalmente despectivo, fue inventado hacia 1900 a partir del seudónimo Gottlieb Biedermeier que el jurista y escritor Ludwig Eichrodt y el doctor Adolf Kussmaul tomaron en 1855 para publicar poemas variados en los Fliegende Blätter (Hojas volantes), una revista muniquesa que parodiaba las poesías ingenuas de un verdadero maestro Samuel Friedrich Sauter. Contemporáneo de los estilos franceses « Restauration » y « Louis-Philippe », el Biedermeier se refiere en primer lugar a la cultura y al arte burgués que surgieron en aquel período y, en segundo lugar, a la literatura de la misma época. Ambos son despreciados por ser « sentimentales », « prosaicos » y  « conservadores ». A pesar de la severa censura de la Administración imperial, el Biedermieier cuenta no obstante con grandes autores. Entre los más conocidos: el poeta Nikolaus Lenau (1802-1850), Anastasio Grün; el escritor de prosa Adalbert Stifter (1805-1868); los dramaturgos Franz Grillparzer (1791-1872), Johann Nestroy (1801-1862) y Fernando Raimund (1790-1836).

Francia: Si el romanticismo representaba en Alemania un retorno a las raíces de la nación, un repudio del clasicismo y del modelo francés, en Francia significó una reacción contra la propia literatura nacional. País de cultura y de tradición grecolatina, la literatura francesa fue clásica desde el Renacimiento. Se denominan pues « románticos » a los escritores que, a principios del siglo XIX, se liberan de las reglas del pensamiento y se oponen al racionalismo y materialismo de los filósofos del siglo XVIII. Al igual que en Alemania, esta revolución se llevó a cabo de forma gradual. Preparada en el siglo XVIII, contenida y reprimida durante la Revolución y el Imperio, llega a su punto de madurez bajo la Restauración en 1815. Su triunfo se confirmaba en 1830, tras una serie de luchas apasionadas. Entre las principales figuras del movimiento romántico francés podemos citar a Germaine de Staël, René de Chateaubriand, Alphonse de Lamartine, Victor Hugo, Théophile Gautier, Alfred de Vigny, Dumas y Alfred de Musset.

Gran Bretaña: En la década de 1760, los Graveyard Poets (Poets del Cementerio), en particular Thomas Gray con su Elegía escrita en un cementerio rural, exploran los sentimientos asociados al dolor, la pérdida y la frustración, incluso al horror de la putrefacción del cuerpo y otras emociones impropias. En 1764, Horacio Walpole, con su novela El castillo de Otranto, crea un nuevo género: la novela gótica (The Gothic Novel). A continuación, las novelas de Ann Radcliffe, Los Misterios de Udolfe, La Novela del Bosque y El Italiano conocen un gran éxito. Esas novelas negras exaltan el gusto por lo morboso, lo aterrador, el misterio, tanto como por la fantasmagoría de las ruinas medievales. Con su Peregrinación de Childe Harold, publicado en 1813, Lord George G. Byron alcanza una fama fulminante. Su héroe que arrastra su melancolía desencantada por toda Europa y Oriente se convierte en el modelo del héroe "byronino" presente en sus poemas orientales: El Corsario, El Giaour, La Novia de Abydos... Su vida escandalosa y su muerte en Missolonghi (1824), motivada por la independencia griega, lo convierten pronto en un mito. Su influencia poética y política sobre toda la juventud europea es inmensa: jóvenes autores quieren escribir como Byron; los revolucionarios quieren morir por la libertad como Byron; un fenómeno descrito por sus contemporáneos como "Byronismo".

Italia: El principal escritor romántico italiano es Alessandro Manzoni. Nacido en 1785, es el nieto del filósofo Cesare Beccaria. Creció en París en un medio liberal y anticlerical, impregnado de las ideas de la Ilustración. Convertido al catolicismo por sacerdotes de sensibilidad jansenista, comienza su vida literaria al volver a Italia a finales del Imperio napoleónico. Celebra el catolicismo en sus Himnos sagrados (1815), así como a los revolucionarios de 1821, componiendo una obra militante para la libertad de Italia (en marzo 1821). Su mayor éxito es la novela Los Novios (I Promessi Sposi), que sufrió tres versiones diferentes entre 1822 y 1842. Esta obra es un auténtico icono de la novela italiana. Cuenta los infortunios de dos jóvenes campesinos del reino lombardo del siglo XVII cuyo amor es frustrado por el ocupante español; todo esto en medio de un clima de guerra, injusticias, enfermedades y también de profunda fe. Particularmente ejemplar en esa novela es la visión de la historia de Italia a través de los ojos de la gente humilde. Podemos afirmar que Los Novios constituye una obra esencial del despertar intelectual de Italia del siglo XIX. Su papel en la definición de la lengua italiana es de tal importancia que se considera, después de la Divina Comedia, el arquetipo de la prosa italiana. Otra gran figura del romanticismo italiano es el poeta y filósofo Giacomo Leopardi (1798-1837). La profundidad de su poesía lírica le otorgó reconocimiento mundial. Sus meditaciones metafísicas y poéticas sobre la tragedia de la existencia hacen de él un precursor de Schopenhauer, Nietzsche, Freud y Cioran.

España: El romanticismo español es bastante confuso y poco reconocido, escindido entre ideales revolucionarios y el retorno a una tradición católica y monárquica. Si España fue un tema romántico y exótico para muchos europeos, su propia literatura rara vez lo refleja. Siguiendo a los conservadores románticos (Walter Scott, Chateaubriand ...), el Duque de Rivas y José Zorrilla exaltan los valores patrióticos y religiosos que habían tratado de abolir los racionalistas de la Ilustración. Otros autores, como José de Espronceda, en desacuerdo con el conservadurismo, corroboran los ideales de un Byron o un Victor Hugo. España, sin embargo, crea un movimiento literario original llamado costumbrismo, representado principalmente por el escritor Ramón Mesonero Romanos. Este movimiento describe los usos sociales y las clases populares, anunciando sobremanera el realismo literario.

Portugal: El punto de partida del romanticismo en Portugal es la publicación en 1825 del poema Camões de Almeida Garrett. El movimiento va a perdurar poco más de 40 años y finaliza con la polémica denominada Cuestión Coimbra (Coimbra Questão) que agita al mundo literario portugués durante todo un semestre del año 1866. En dicha polémica discuten los partidarios del romanticismo reunidos en torno al poeta António Feliciano de Castilho y a los estudiantes de la universidad de Coimbra, jóvenes escritores e intelectuales abiertos a las nuevas ideas del continente europeo. Esta controversia es el primer síntoma de una renovación ideológica y política en el Portugal del siglo XIX. Tres generaciones de poetas y escritores se habrían entonces sucedido, entre otros: Almeida Garrett, Alejandro Herculano, Antonio Feliciano de Castilho (entre 1825 y 1840); Camilo Castelo Branco y Soares de Passos (1840-1860); Júlio Dinis y João de Deus (1860-1870).

 

Fuentes del presente artículo:

Wikipedia, en varios idiomas.

Etienne François et Thomas Serrier (eds), Lieux de mémoire européens. Avant-propos de Pierre Nora. La Documentation française, Paris, 2012.

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